Cuando te paras a
pensar en ¿qué es lo que he hecho a lo largo de mi vida? ¿Realmente vale la
pena seguir sufriendo por esa persona? ¿Alguna vez encontraré a alguien que de
verdad me valore? ¿Sabré diferenciar a esa persona del resto?
Por qué seguir sufriendo por aquellas personas que nunca te
han demostrado nada, tú has estado a su lado a cada momento y las has levantado
cuando caían empicados y tu les ayudaste a salir a flote, a que la caída no
fuera tan dolorosa. Pero, ¿ellos que han hecho por ti? Darte la espalda cuando
más lo necesitabas, empujarte cuando estabas al borde del precipicio y terminar
de romper lo que solo tenía algunos rasguños. Pero tú, seguiste ahí como una
tonta, esperando a que cambiaran y a que cambiaran las lágrimas de tu rostro
por sonrisas, nada de eso llegó y tu desilusión fue creciendo, hasta desbordar
el vaso.
Y ahí tu sufrimiento llegó al tope, al máximo. Y es
entonces, cuando sufres tanto, cuando te pones a pensar y te das cuenta de las
cosas. De que no vale la pena sufrir por quién no se lo merece, porque después
de la oscuridad, siempre acaba habiendo algo de luz. Que quien realmente vale
la pena, esperará y luchará por ti, para qué estés bien, para que seas feliz… Y
es que solo cuando se sufre demasiado, cuando se toca fondo, es cuando coges
mayor impulso para subir, para ser feliz, para volver a sonreír como solo tú
sabes, a tu manera, sencilla, perfecta…
Comentarios
Publicar un comentario