No hay excusas que bailen al compás de esa última canción que nos prometimos.
Que quererse no está de más,
pero quererte ya está de menos,
y así estoy con el orgullo a rastras y el ego tocado a punto de hundirse.
Me conformé con quererte, dejándome de lado.
Ya no hay penas que valgan.
Ni perdón que lo solucione.
Que las cosas pasan porque pasan
y que nunca lo entenderemos.
Que a veces los sacrificios son necesarios,
aunque sean duros,
son buenos.
Me dolía quererte,
pero me dolió menos marcharme.
Ahora puedo decir que soy libre,
sin quererlo me encerré a mí misma en una jaula a la que decidí llamar libertad,
para así sentirme mejor.
Hay palabras vivas y sentimientos muertos,
con ellos morí y en ellas trato de refugiarme para intentar olvidarte.
Porque no hay excusas que valgan,
ni penas que maten.
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