No hay excusas que bailen al compás de esa última canción que nos prometimos. Que quererse no está de más, pero quererte ya está de menos, y así estoy con el orgullo a rastras y el ego tocado a punto de hundirse. Me conformé con quererte, dejándome de lado. Ya no hay penas que valgan. Ni perdón que lo solucione. Que las cosas pasan porque pasan y que nunca lo entenderemos. Que a veces los sacrificios son necesarios, aunque sean duros, son buenos. Me dolía quererte, pero me dolió menos marcharme. Ahora puedo decir que soy libre, sin quererlo me encerré a mí misma en una jaula a la que decidí llamar libertad, para así sentirme mejor. Hay palabras vivas y sentimientos muertos, con ellos morí y en ellas trato de refugiarme para intentar olvidarte. Porque no hay excusas que valgan, ni penas que maten.
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