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Mostrando entradas de mayo, 2017

Bachillerato.

Esa cruel odisea a la que te recomiendan adentrarte o más bien a la que accedes de una forma u otra porque no sabes bien que sentido dar a tu vida. Bachillerato es ese cansancio constante, porque te levantas cansada, vas a clase sin ganas, te sientas en la misma silla de cada día con esa cara de sueño tan neutral y comienzas a asentir cuando los profesores te miran, para que crean que te estas enterando de lo que te cuentas, aunque tu cabeza en ese momento se encuentre a diez años luz. Es volver a casa e intentar estudiar sin ganas porque tu cabeza ya está saturada y no puedes más, aunque te esfuerces una y mil veces en aprenderte esa maldita frase, no serás capaz de decirla. Y llega la hora de irse a la cama, muchas veces a las tantas y acompañada de los apuntes del examen que tienes al día siguiente; duerme un par de horas y vuelta a empezar la historia de nunca acabar. Qué decir de esos nervios que se apoderan de tu estómago los minutos antes del examen y esos remordimientos cuando

Las cosas que nunca te dije.

Hoy vengo a decirte aquellas cosas que nunca te dije, tal vez no lo hice por miedo o tal vez por vergüenza, quien sabe. Hay tantas cosas que no llegamos a hacer. Tal vez debería haberte dicho más veces que te apoyaba en esas decisiones tan locas y repentinas que tomabas sin ton ni son y que al rato volvías a cambiar de opinión. Tal vez debería haberte dicho que te quería, o que te quiero, que tuvieses más cuidado con lo que hacías, porque en algún momento la cosa acabaría mal. Debería de haber dejado que te fueras a la primera de cambio, debería haberme ido cuando todo comenzó a hundirse. Tal vez debería haberte dicho que tenía una fe ciega en ti, puede que no te hubieras dado cuenta, porque tú eres tan tuyo que no prestas atención al resto, que no te fijas en los pequeños detalles que se convierten en únicos. Tal vez debería haberte dicho que no te quería para que te fueras. Debería haberte dicho que odiaba esas manías tuyas, esos chistes sin sentido y que nunca venían a cuento.

Conexión.

Por esa conexión tan nuestra, tan tuya. Por esa forma con la que miras el mundo tan rara, pero a la vez tan atractiva y atrayente. Por esa capacidad de ensimismarte en algo cuando te gusta,  por tu forma de mirarme todo el rato, por esa manía tan tuya de ponerme nerviosa mientras juegas con mis pelo. Por esa costumbre de apoyar tu mano en mi rodilla mientras conduces, por tu risa de loco cuando todo es silencio y te pones nervioso. Por esa conexión tan nuestra, tan irrompible, tan perfecta. Porque a pesar de los baches que se interpongan en nuestro camino una vez tras otra, podemos llegar a ponernos de acuerdo de nuevo, como si nada de lo anterior hubiera pasado. Sobre todo cuando las ganas llaman y tú me llamas todo el rato, para llevar a cabo esa reconciliación que vuelve a convertirse en guerra un par de veces, para acabar cansados y terminar durmiendo abrazados. Y es que nuestra conexión es especial, mágica  e irreal, porque nada puede ser tan perfecto como lo nuestro. Tan sumame

Querida soledad.

Querida soledad, gran amiga y fiel compañera, hoy te escribo porque creo que ya ha llegado el momento de despedirnos y es que han sido unos años y un tiempo muy bonito a tu lado, con sus idas y venidas, en los buenos y en los malos momentos. Fuiste una gran compañera y fiel amiga a la que muchos consideraron una clara enemiga, debo decirte que me ayudaste muchas veces a ver todo más claro y a replantearme quién sí y quién nunca más. Han pasado muchos años desde que por una casualidad te instalaste en mi vida y siempre he terminado recurriendo a ti de alguna u otra forma, pero ya es hora de despedirnos y de continuar cada una por nuestro lado. Hasta que por una razón u otra acabemos volviendo a juntarnos, como siempre nos acaba pasando. Querida soledad, esta no es una despedida definitiva, ya me conoces, más pronto que tarde volveré a llamar a tu puerta, con mis típicas excusas sin sentido, para ese entonces, espero que estés ahí para recibirme con los brazos abiertos como siempre.

Compañeras.

El tiempo pasa, crecemos, nos hacemos mayores, cambiamos y maduramos. Pero a pesar de eso siempre vamos a necesitar ese gran pilar, ese apoyo incondicional que siempre esta ahí para recogerte tras cada caída, para darte ánimos cuando ves todo negro a tu alrededor. Muchos podrán decirte que siempre se quedaran tanto en lo bueno como en lo malo, ella no te lo dirá, no es necesario, ella estará ahí para ti ocho días de la semana, cuarenta horas al día si es necesario. Cierto es que esta persona debería ser quien mejores caras nuestras reciba, que reciba todo ese amor que nos regala de una forma para nada egoísta; pero somos tan estúpidos que no sabemos recompensarla. Puede que al haber crecido hayas dejado de verla como esa superheroína incansable que estaba dispuesta a jugar, a cantar en la bañera, a recoger todo aquello que dejabas por el medio y esconderlo... Esa que sabía perfectamente que te pasaba y pasa sin ni siquiera tú abrir la boca, esa que se preocupa por ti, por tu bienes

Bésame.

Bésame con todas tus fuerzas, en cada momento y en cualquier lugar, no tengas miedo de hacerlo, que miren los que quieran mirar. Y es que no hay nada más bonito que un beso de verdad entre dos personas entre las que existe esa química que las hace tan especiales. Bésame y arranca todos mis miedos, déjame libre, que esto no se convierta en una obsesión y en una posesión. Porque el amor no entiende de ataduras, el amor es libre y no hay mejor sensación que dejar a una persona el espacio necesario y darle esas alas para que eche el vuelo lejos de ti y que aún con esas decida quedarse junto a ti. Yo no quiero que nada de esto nos ate. Tan solo bésame como tú sabes, embriagame un poco más con tu perfume antes de marcharte. Pero no te vayas, quédate conmigo un poco más. No pongas excusas, permanece junto a mi como dijiste que harías. Ya sé que las promesas no son tu fuerte, pero no quiero que me prometas nada, sé que no lo cumplirás, a la mínima te marcharás como ya has hecho otras veces,

Perfecta.

Quiero ser perfecta. A mi modo. Como a nadie le gusta. Quiero ser perfecta aún con esas enormes ojeras que tú provocas por esas conversaciones hasta las tantas. Por tener que levantarme tras el cuarto toque de la alarma. Y no tardar más de veinte minutos en desayunar porque me duerma mientras trato de hacerlo. Quiero ser perfecta, aún siendo esa loca que por cualquier tontería pierde los papeles.  La que sonríe todo el rato y la que llora sin desconsuelo, perfecta aún con el rimmel corrido y el pintalabios desgastado. Quiero ser esa que se mantiene en pie, aunque caiga la más grande de las tormentas, la que soporta todo lo que la echen, esa que es fuerte. Quiero ser perfecta aún con mis manías de dejar las películas a medias, dejar un último trago de café en la taza... Esa a la que le encanta hacer bromas a la gente, pero que luego odia que a ella se las hagan. La que se despierta temprano y no puede volver a dormir, la que pone caras raras frente al espejo, esa que se toma muy a