Ella comenzó a darse cuenta de que estaba siendo utilizada, ella se dio cuenta de que era un simple juguete en sus manos, que él solo quería usarla. Se sentía una mierda de persona y es que ella había sido tonta, tan ilusa que se había creído todo, que incluso se había enamorado de ese estúpido; pero claro, el mentía tan bien, esos ojos color café la despertaban en mitad de la noche, en la madrugada, aparecían en sus sueños, en sus pesadillas, la perseguían, la atormentaban... Esos ojos color café la hicieron hacer demasiadas tonterías, de las cuales ella ahora se arrepiente, pero no se puede retroceder en el tiempo.
Pasaron los días, las semanas e incluso los meses y ella se olvidó de su enamoramiento, se olvidó parcialmente de sus te quiero, de sus besos... Ella se fijó en otro chico, a ella le pareció buena idea usarle, como habían hecho con ella, para así terminar de olvidar a ese estúpido. Lo hizo. Ella le utilizó sin darse cuenta de que ella era la utilizada. Lo hizo, sin enterar de que ella era otra vez el juguete y no él.
Ella todavía ciega, se enamoraba cada vez más de él, hasta que la quitaron la venda y entonces esta caída fue más grande que la anterior, el dolor era más intenso, solamente la utilizaban; ella que solamente quería que la quisieran, que la mimaran, la cuidaran... Cansada de todo y de todos, cortó sus venas y de esa herida comenzó a surgir un líquido muy espeso, no, no era sangre, era ese veneno, tan rojo como negro, al que suelen llamar amor.
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