Entonces ellos comenzaron a amarse, a odiarse, a mirarse, desvestirse, perderse. Eso era lo que les gustaba. Perderse en la infinidad de sus cuerpos cada segundo que pasaban juntos. Confundir sus piernas y sus brazos. Eso era lo que querían. No encontrarse, no ser. No ser un desconocido para sí mismo. No aceptarse, no encerrarse. Su única forma de ser libres era siendo, perdiéndose y aceptando al otro.
Así fueron poco a poco pasando el tiempo, los días, ya no eran cuerdos, ya no razonaban, estaban locos, de deseo, de amor.
Ya no son sino es con el otro.
Ya no se encuentran sino se pierden.
Ya no es un él.
Ya no es un ella.
Ahora es un nosotros.
Así fueron poco a poco pasando el tiempo, los días, ya no eran cuerdos, ya no razonaban, estaban locos, de deseo, de amor.
Ya no son sino es con el otro.
Ya no se encuentran sino se pierden.
Ya no es un él.
Ya no es un ella.
Ahora es un nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario