Y se marcharon sin más, sin ninguna explicación. Todo cambió de repente, sin darnos cuenta las ganas dejaron de llamarnos. Ya nada era igual, nada era como antes. Sin previo aviso esa pequeña llama que aún quedaba se esfumó, dejando en su lugar unos inútiles rescoldos ahogados en cenizas.
Se fugaron como si hubieran cometido un delito, hicieron un atraco a mano armada, llevándose lo único que nos quedaba: las ganas.
Las ganas de ser, de sentir, de querer, las ganas de ti, de nosotros.
Tal vez fuimos nosotros mismos quienes sin saberlo o sin quererlo, dejamos la puerta abierta y es que todo tiene un fin y probablemente este sea el nuestro.
Dejemos de torturarnos un poco con tanta pregunta de "¿y si hubiera...?" y comienza a hacer algo para remediarlo. Llámalo destino, tal vez suerte o mejor, no le pongamos etiquetas, pero si sucede es por algo, porque tu lo has invocado. Deja de echar la culpa a otros e intenta remediarlo.
Puede que ya se hayan marchado las ganas, pero aún te estoy esperando.
Se fugaron como si hubieran cometido un delito, hicieron un atraco a mano armada, llevándose lo único que nos quedaba: las ganas.
Las ganas de ser, de sentir, de querer, las ganas de ti, de nosotros.
Tal vez fuimos nosotros mismos quienes sin saberlo o sin quererlo, dejamos la puerta abierta y es que todo tiene un fin y probablemente este sea el nuestro.
Dejemos de torturarnos un poco con tanta pregunta de "¿y si hubiera...?" y comienza a hacer algo para remediarlo. Llámalo destino, tal vez suerte o mejor, no le pongamos etiquetas, pero si sucede es por algo, porque tu lo has invocado. Deja de echar la culpa a otros e intenta remediarlo.
Puede que ya se hayan marchado las ganas, pero aún te estoy esperando.
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