Y entonces Blancanieves dejó de lado la manzana y no hizo caso a la bruja, se propuso así misma no volver a hacer caso a nadie, mucho menos fiarse y así hizo, se volvió independiente, sin enanos, ni madrastras, brujas o príncipes cursis que solo tienen palabra, pero ningún echo.
Dejó atrás su lado cándido y comenzó a sacar su peor lado, dejo el campo, el palacio, los bienes materiales, los animales... y se fue a una ciudad, ciudad en la que se defendía bien, pero esa cara de niña buen a no la favorecía, la tomaban por tonta, así que cambió su aspecto. Cortó su cabellos, se maquilló bien y se hizo algún que otro tatuaje para mostrar lo dura que era.
No volvió a comer manzanas, no sea que el frutero vuelva a ser la bruja y la vayan a querer envenenar de nuevo, se pasó a los cigarrillos y al alcohol para ser ella misma la que se envenenara.
Y así terminó la historia, ningún príncipe quiso conquistar a la rara princesa que no se comportaba como las demás, porque esta se lo ponía difícil y les ahuyentaba. Porque esta princesa era la excepción y no la regla.
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