Por esa conexión tan nuestra, tan tuya. Por esa forma con la que miras el mundo tan rara, pero a la vez tan atractiva y atrayente. Por esa capacidad de ensimismarte en algo cuando te gusta, por tu forma de mirarme todo el rato, por esa manía tan tuya de ponerme nerviosa mientras juegas con mis pelo. Por esa costumbre de apoyar tu mano en mi rodilla mientras conduces, por tu risa de loco cuando todo es silencio y te pones nervioso.
Por esa conexión tan nuestra, tan irrompible, tan perfecta. Porque a pesar de los baches que se interpongan en nuestro camino una vez tras otra, podemos llegar a ponernos de acuerdo de nuevo, como si nada de lo anterior hubiera pasado. Sobre todo cuando las ganas llaman y tú me llamas todo el rato, para llevar a cabo esa reconciliación que vuelve a convertirse en guerra un par de veces, para acabar cansados y terminar durmiendo abrazados. Y es que nuestra conexión es especial, mágica e irreal, porque nada puede ser tan perfecto como lo nuestro. Tan sumamente ideal que llega a rozar lo irreal y a su vez sigue siendo real, pero también perfecto. A no ser que todo esto sea un sueño o quizás una pesadilla, para que cuando me despierte vea que te has ido o tal vez para que me de cuenta de todo esto nunca a existido.
Esa conexión tan nuestra, tan de película que llega a dar miedo, porque esto es el mundo real y todo termina, no hay un felices para siempre.
No.
Este es el mundo real.
Y puede que hoy no y seguro que mañana tampoco, pero esta conexión tan nuestra acabará rompiéndose de cualquier forma a la mínima tontería que nos suceda, somos así de impredecibles. Porque no somos especiales cariño, que el amor perfecto, ideal y sincero se terminó hace mucho tiempo. Cierto es que puedes llegar a sentir una cierta conexión con alguien, pero puede que la otra persona se acabe conectando a otra, o tú, quién sabe.
Por esa conexión tan tuya, tan mía, tan nuestra.
Por esa conexión tan nuestra, tan irrompible, tan perfecta. Porque a pesar de los baches que se interpongan en nuestro camino una vez tras otra, podemos llegar a ponernos de acuerdo de nuevo, como si nada de lo anterior hubiera pasado. Sobre todo cuando las ganas llaman y tú me llamas todo el rato, para llevar a cabo esa reconciliación que vuelve a convertirse en guerra un par de veces, para acabar cansados y terminar durmiendo abrazados. Y es que nuestra conexión es especial, mágica e irreal, porque nada puede ser tan perfecto como lo nuestro. Tan sumamente ideal que llega a rozar lo irreal y a su vez sigue siendo real, pero también perfecto. A no ser que todo esto sea un sueño o quizás una pesadilla, para que cuando me despierte vea que te has ido o tal vez para que me de cuenta de todo esto nunca a existido.
Esa conexión tan nuestra, tan de película que llega a dar miedo, porque esto es el mundo real y todo termina, no hay un felices para siempre.
No.
Este es el mundo real.
Y puede que hoy no y seguro que mañana tampoco, pero esta conexión tan nuestra acabará rompiéndose de cualquier forma a la mínima tontería que nos suceda, somos así de impredecibles. Porque no somos especiales cariño, que el amor perfecto, ideal y sincero se terminó hace mucho tiempo. Cierto es que puedes llegar a sentir una cierta conexión con alguien, pero puede que la otra persona se acabe conectando a otra, o tú, quién sabe.
Por esa conexión tan tuya, tan mía, tan nuestra.
Comentarios
Publicar un comentario