El tiempo pasa, crecemos, nos hacemos mayores, cambiamos y maduramos. Pero a pesar de eso siempre vamos a necesitar ese gran pilar, ese apoyo incondicional que siempre esta ahí para recogerte tras cada caída, para darte ánimos cuando ves todo negro a tu alrededor. Muchos podrán decirte que siempre se quedaran tanto en lo bueno como en lo malo, ella no te lo dirá, no es necesario, ella estará ahí para ti ocho días de la semana, cuarenta horas al día si es necesario.
Cierto es que esta persona debería ser quien mejores caras nuestras reciba, que reciba todo ese amor que nos regala de una forma para nada egoísta; pero somos tan estúpidos que no sabemos recompensarla.
Puede que al haber crecido hayas dejado de verla como esa superheroína incansable que estaba dispuesta a jugar, a cantar en la bañera, a recoger todo aquello que dejabas por el medio y esconderlo...
Esa que sabía perfectamente que te pasaba y pasa sin ni siquiera tú abrir la boca, esa que se preocupa por ti, por tu bienestar, esa que hace todo lo posible para que a ti no te falte de nada, la que se queda despierta hasta que tú no llegas y la avisas.
Seguro que posiblemente ya te hayas dado cuenta de quien te estoy hablando, porque seguro que tú también te has parado a pensar en tu madre al leer esto. Muchas son las veces en las que no las tenemos en cuenta por un motivo u otro, en ciertas etapas de nuestra vida podemos llegar a creernos invencibles y pensar que no necesitamos a nadie. Pero tras aventurarnos y dejar que nos destrocen, será ella quien te reconstruya de nuevo, te hará volver a estar entero, te dará fuerzas y te levantará como sea necesario, te defenderá con uñas y dientes si se da el caso. Será tu soporte, tu norte, tu plan de escape y tu escondite favorito. Sus brazos serán el mejor sostén que te mecerán hasta que te calmes, que te reconstruirán sin que te des cuenta.
Porque ella tiene ese don, te hace sentir completa aunque estés rota en mil pedazos, te hace sentir acompañado aunque tan solo estés hablando por teléfono con ella.
Y que aunque a veces todo salga mal con gritos y enfados, porque nada ni nadie es perfecto y nosotras menos, a pesar de todo eso, nosotras siempre vamos a estar la una para la otra tanto en lo bueno como en lo malo, para bien o para mal. Sabemos dejar esas pequeñas o grandes diferencias de lado y hacer como si nada de eso hubiera ocurrido.
Porque madre solo hay una y yo no te cambiaría por nada del mundo.
¡Feliz día de la madre, mamá!
Cierto es que esta persona debería ser quien mejores caras nuestras reciba, que reciba todo ese amor que nos regala de una forma para nada egoísta; pero somos tan estúpidos que no sabemos recompensarla.
Puede que al haber crecido hayas dejado de verla como esa superheroína incansable que estaba dispuesta a jugar, a cantar en la bañera, a recoger todo aquello que dejabas por el medio y esconderlo...
Esa que sabía perfectamente que te pasaba y pasa sin ni siquiera tú abrir la boca, esa que se preocupa por ti, por tu bienestar, esa que hace todo lo posible para que a ti no te falte de nada, la que se queda despierta hasta que tú no llegas y la avisas.
Seguro que posiblemente ya te hayas dado cuenta de quien te estoy hablando, porque seguro que tú también te has parado a pensar en tu madre al leer esto. Muchas son las veces en las que no las tenemos en cuenta por un motivo u otro, en ciertas etapas de nuestra vida podemos llegar a creernos invencibles y pensar que no necesitamos a nadie. Pero tras aventurarnos y dejar que nos destrocen, será ella quien te reconstruya de nuevo, te hará volver a estar entero, te dará fuerzas y te levantará como sea necesario, te defenderá con uñas y dientes si se da el caso. Será tu soporte, tu norte, tu plan de escape y tu escondite favorito. Sus brazos serán el mejor sostén que te mecerán hasta que te calmes, que te reconstruirán sin que te des cuenta.
Porque ella tiene ese don, te hace sentir completa aunque estés rota en mil pedazos, te hace sentir acompañado aunque tan solo estés hablando por teléfono con ella.
Y que aunque a veces todo salga mal con gritos y enfados, porque nada ni nadie es perfecto y nosotras menos, a pesar de todo eso, nosotras siempre vamos a estar la una para la otra tanto en lo bueno como en lo malo, para bien o para mal. Sabemos dejar esas pequeñas o grandes diferencias de lado y hacer como si nada de eso hubiera ocurrido.
Porque madre solo hay una y yo no te cambiaría por nada del mundo.
¡Feliz día de la madre, mamá!
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