Hoy empiezan de nuevo las clases, después de un largo
verano, un largo y aburrido verano, pero este verano fue un verano de cambios
tanto físicos como psicológicos y aquí estoy ahora frente al espejo, bastante
cambiada a primera vista irreconocible; aquella chica tímida, vergonzosa e
insegura, ahora es una chica valiente y fuerte, muy segura de sí misma que no
se deja intimidar ni por nada, ni por nadie y que mucho menos agacha la cabeza
y cede ante cualquiera. La imagen que refleja este espejo que antes deformaba
es una nueva Kristen con el pelo largo
ondulado color azabache que hacía juego
con sus ojos tan oscuros como la noche y
esa preciosa y blanca sonrisa que contrasta con su piel morena, una sonrisa de
la que tanto se burlaron cuando llevaba brackets. Ella nunca se había
considerado guapa, ya que siempre se habían metido con ella desde pequeña y
todos esos comentarios destructivos habían ahondado en su persona, pero todo
eso ya había terminado.
Dio una última mirada al espejo, incluso unos shorts vaqueros, con una camiseta negra,
que dejaba ver su cuerpo ya que era muy transparente y unas vans del mismo
color estaba realmente deslumbrante.
Recogió su mochila y se encaminó hacia la puerta principal
de la casa, no sin antes despedirse de de los hombres de su vida: Taylor, su
querido y amado padre, le valoraba mucho, valoraba el valor que tenía aquel gran
juez por haber sido capaz de haber criado a sus cuatro hijos, aunque Kristen tenga cinco hermanos, dos no son hijos de su padre. Robert
era su hermano mayor, junto con Lucas, eran gemelos, guapísimos, ambos
tenían el pelo cobrizo y los ojos de su
padre de ese extraño color miel, ambos
eran muy sexys y a Kristen la encantaba dar envidia a todas las chicas con
ellos, Robert y Lucas eran muy buenos jugando al fútbol, aunque solo era uno de
sus pasatiempos. Después de estos se situaba Micael, el tenía el pelo negro, al
igual que Kristen y era bastante moreno
de piel, ya que le encantaba hacer surf y se podía pasar el día entero en el
agua, como si fuera un pez, Micael no se quedaba atrás de sus hermanos, ya que
ese cuerpo de surfista, esos ojos azules que le venían como herencia del abuelo
y esa radiante y perfecta sonrisa le hacía muy atractivo. El cuarto era
Alexander, su querido y friki
hermano, el más bien odiaba todo tipo de deporte, además era un negado en
todos, todos se le daban bastante mal, era algo patosillo aunque para no hacerlo estaba bastante bien,
él prefiere otro tipo de pasatiempo como las consolas, da igual de que tipo. El
quinto miembro de la familia era Kristen, delgada, con ojos negros y una larga melena negra,
igual que su madre, ella era también una aficionada de los deportes, era muy
competitiva, jugaba al futbol, hacía surf… pero todo junto con sus hermanos. El sexto integrante de la familia era su
primo Brandon, un adorable niño de trece años al que quería como un hermano,
sus padres murieron en un trágico accidente, junto con la madre de Kristen, una
triste noche, en la que un estúpido camionero borracho perdió el control del
vehículo y se llevo por delante el coche en el que sus tíos y su madre se
encontraban . Ya hacía cinco años de aquella gran y terrible perdida y el
séptimo integrante de la familia era Cala, la "hermanastra" un año
más pequeña que Kristen, solo era hija
de su madre, fue un <<pequeño desliz de una noche>> y como Taylor, su
padre era tan bueno y generoso la crió como otra más de su gran familia.
Kristen y Cala se llevaban fatal, no podían verse ya que por cualquier tontería
la una sacaba de quicio a la otra y viceversa y eso a su padre le dolía, porque
sus discusiones no eran las típicas entre hermanas, no, eran discusiones de
verdad y eso le dolía mucho, ya que para él, las dos eran iguales.
Se despidió con un sonoro beso de cada uno de sus hermanos y
de su padre y con una mueca de desagrado hacia su admirada hermana Cala, cogió
las llaves de casa y se dirigió hacia el garaje.
KRISTEN.
Una vez dentro del frío garaje de cemento, me apoyo en una
de esas paredes y me dejo resbalar poco a poco mientras se en escapa un largo y
profundo suspiro, estoy nerviosa ya que quiero ver la reacción de ciertas
personas al verme, ya no llevo esas estúpidas gafas, ni mi sonrisa es ya de
metal. Se acabó para mí el vestir de negro y esconderme detrás de camisetas
enormes, superé todo aquello y ahora podré con todo aquello que me proponga, podré
enfrentarme a cada bache que se me cruce en el camino y por fin, llegará el día
en el que realmente sea feliz.
-Tú puedes Kris…-Me digo en voz baja para así darme ánimos,
mientras que cojo las llaves de mi nuevo y precioso coche, como mis hermanos
tenían un buen coche, regalado por papá,ya que papá era un hombre de negocios
muy próspero y que heredó una gran fortuna y no quería nada más que complacer a
sus hijos con el coche que quisieran, por eso yo también quise uno, un precioso Ford Mustan
Shelby Cobra gt500kr, de color negro
mate, con cristales tintados y unas llantas bastante brillantes. El coche era más
conocido por mí,como Jace, en honor a mi personaje favorito de Cazadores de
Sombras. Soy una apasionada de los libros y sí también entiendo algo de coches,
es lo que tiene crecer rodeada de tantos hombres.
Me dirijo hacia el instituto, nunca me había gustado llamar
la atención, no tenía esa seguridad en
mi misma, no me quería, pero ahora todo ha cambiado. Cuando llegué al aparcamiento
iba a aparcar lejos de los demás, para no llamar la atención, pero entonces recordé mi plan, así que aparqué en primera
fila, junto a la puerta, todos se
quedaron mirando a mi querido Jace, había un grupo bastante numeroso de chicos,
al lado de un árbol, justo dónde iba a aparcar mi coche, uno dijo algo y todos
giraron la cabeza en mi dirección, me estremecí; pero después descubrí que a
quién miraban con tanta admiración era al coche. Abrí la puerta, no se esperaban ver a una
chica bajarse y mucho menos me reconocieron.
-Vaya piernas nena, ¿Cuándo abren?- dijo el baboso de René,
mientras que se reía con sus amigos, por su estúpido chiste machista, sin
ninguna gracia.
-Díselo a la puta de tu novia René, yo no soy como ella.
Ella las abre a todas horas y no solo contigo..- y me empecé a reír de la cara
que puso al reconocer mi voz. M miró de arriba abajo y de abajo arriba varias
veces.
-¿Kristen? ¿Eres tú?- preguntó confuso.
-Sí, soy yo, veo que me recuerdas ¿no?-dije con sarcasmo.
-Estas… eres.. muy diferente..- dijo, estaba nervioso,
tartamudeaba. Qué estúpido.
Flashback.
Hace tres meses…
-Paula, ¿cómo te
dignas a traer a esta cosa a mi casa? Es una fiesta para gente importante, con
clase, no para desechos sociales, como
esa cosa que tienes como amiga- dijo la estúpida novia de René a mi mejor
amiga. Yo empecé a llorar y Paula habló por mí,era muy buena amiga, siempre
tenía algo que decir a cualquiera que se metía conmigo; solía decirles de todo,
pero nada de lo que decía era bueno.
-No sé porque te crees
la mejor, Mara,¿ te crees guay porque tu papi te haya pagado la operación de tetas
y nariz? pues no es que te hayan quedado
bien, sigues estando igual de fea que siempre, con esa cara de rancia que
intentas arreglar sonriendo, pero la verdad es que lo estropeas todavía más.-
dijo muy enfadada.
-¿Si? ¿Estoy fea? Lo
dudo, tengo muchos hombres haciendo cola por mí, bonita, cosa que tú no y mucho
menos ese esperpento que tienes como "amiga"- dijo alterándose
-Claro que habrá
muchos detrás de ti, tu no ligas por ser guapa, ¿o a caso creías que lo eras?
No seas estúpida, crees que ligas porque eres guapa, pero más bien ligas por
ser guarra y tirarte al primero que pase por delante sin importarte tu novio,
ese al que tanto dices que amas. -se calló, cogió aire. Seguro que estaba
pensando que poder decirla para que se enfadara aún más.-Ah, y por cierto,
gracias por el cumplido de bonita, que pena que yo no pueda decir lo mismo-
dijo guiñando un ojo a Mara.
Nosotras nos fuimos
enseguida, ya que la estúpida de Mara llamó a los de seguridad para que nos
echaran, cuando estábamos saliendo del jardín, la voz de René hizo que me
parara en seco, se acerco a mi amigablemente, me dijo que tenía que hablar
conmigo y accedí, le dije a Paula que se adelantara, que yo no tardaría, que no
se preocupara por mí. Accedió de mala gana, no sin antes advertir a René y
decirle lo que le podría hacer.
-Vamos a sentarnos
Kristen..-dijo serio.
Nos sentamos en el
bordillo, algunas casas alejadas de la de su asquerosa novia.
-Siento mucho que Mara
te haya tratado así, no sabía lo que decía- dijo… ¿avergonzado? No, no podía
estar avergonzado, el no era buena persona y se la traía al fresco lo que
dejara o no de hacer su estúpida novia.
-No pasa nada, estoy
acostumbrada.-dije en un intento de ser fuerte, intentándome tragar esas
lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos.
-Solo quería que
supieras eso- dijo antes de abalanzarse hacia mí, para intentar besarme.
-¿Qué haces?-dije
quitándome justo a tiempo.
-Vamos, sabes que
quieres besarme, lo estas deseando, yo puedo pagarte si es eso lo que quieres,
para que me hagas algún.. trabajito..- dijo riéndose, mientras volvía a
intentar besarme, sus palabras me bloquearon y no fui capaz de apartárteme,
cuando se separo dijo- sabía que al final eras una puta, entonces dime, ¿cuánto
me cobras por un buen polvo?
Intenté levantarme
para irme, pero me agarró del brazo y me empujó contra él, ambos caímos al
suelo,el debajo, yo encima, sus manos en mi cintura, nuestras bocas sin tocarse
respiraban el aliento de ambos.
-René déjame-dije
fríamente, poniéndole las manos en los hombros para intentar levantarme y
zafarme de su agarre.
Entonces me besó y por
más que intentaba apartarme de él, no pude, de repente una voz, hizo que me
soltara, era Mara.
-¿Cómo puedes ser tan
puta?-chilló.Y su asquerosa voz de pito se me metió en el tímpano de una forma
muy desagradable.
-Fue él, él me besó..-balbuceé.
-Amor no la creas, es
ella, ella me besó, me dijo que está enamorada de mí, es una puta, me ha dicho
que me haría un trabajito por algo de dinero, mírala, está en los huesos,
seguro que su papito se quedó sin dinero tras comprarles esos coches a sus
hermanos. Estará intentado prostituirse para conseguir algo de dinero la muy estúpida.
Además creo que se droga, solo hay que verla los ojos.- dijo mirándome con
rabia y desprecio.
-Vete de aquí ahora
mismo puta drogadicta, cuanto quisieras tu, tener a un hombre como René, tu no
tendrás nada nunca, porque eres una mierda, no vales nada y nadie jamás se
fijará en tan poca cosa como tú-dijo Mara muy enfadada.
Entonces me quité los
tacones y corrí, hasta llegar a la playa, intenté pasear para tranquilizarme,
el sonido de las olas siempre me tranquilizaban, me mecían, me transmitían paz,
pero no lo conseguí. sabía que necesitaba eso necesitaba esa
"droga", lo necesitaba ahora.
Volví a correr pero esta vez hacia mi casa, cuando llegué entre por
detrás,por la puerta que había en el jardín que daba a la cocina, ya que en el
salón estaban todos, sin hacer ruido cogí un cuchillo y salí al jardín. Me
senté como los indios y con mis dedos empecé a recorrer mis brazos, recorrí
cada una de esas marcas de antiguas
heridas, de cortes cicatrizando, lloré en silencio,las lágrimas rodaban por mis
mejillas, pero ningún sonido salía por mi boca a pesar de que quería gritar. Recordé
el origen y la causa de cada una de
aquellas cicatrices. Cuando me tranquilicé, decidí que era la hora y estos
serían los cortes definitivos, me hice dos cortes en las muñecas y vi como
fluía sangre de ellas, como un reguero de sangre bajaba por mis brazos, como
mis dedos estaban llenos de ese líquido un tanto pastoso que a la luz de la
luna era negro, sentí como el dolor de
mi corazón y de mi alma se reducían, como esa opresión en el pecho se diluía,
poco a poco me iba durmiendo, todo se tornó negro, hasta que escuche la voz de
mi hermano Micael. Después de eso,
desperté en un hospital, rodeada por mi gran familia.
Fin del flashback.
-Lo sé, ¿ya no te gusto? que pena, chico…- dije fríamente,
mientras pasaba por su lado con las cabeza bien alta. Me giré para cerrar el
coche y vi, como los babosos me estaban mirando el culo.
-Si tanto os gusta, sacar una foto-les dije y ellos
apartaron la mirada y siguieron su camino.
Llegué a mi taquilla y ahí estaba mi querida amiga Paula,
esperándome. Esta, era todo lo contrario a mí, yo tengo el pelo negro, ella
color caramelo, yo soy algo mas bajita que ella, pero estoy muy orgullosa de mi
1,55 de altura, su piel era pura, la mía estaba llena de tinta, toda ella negra.
Tenía tatuado el brazo izquierdo entero, el hombro derecho y el muslo derecho,
además de ambos pies y algunas partes de la espalda.
Cuando mi querida y alocada amiga me vio, corrió a mí y nos
dimos un abrazo, como si nos hubiéramos reencontrado después de muchos años.
pero lo peor de todo es que nos vimos ayer por la tarde, cuando mi padre trajo
a Jace a casa , somos así de cariñosas, así de locas, así de tontas. No somos
nada la una sin la otra.
-¿Qué tal está el nuevo bomboncito del instituto?-dijo riéndose
y dándome un codazo en las costillas.
-Me resulta muy extraño que la gente se me quede mirando de
arriba abajo y que cuando me reconozcan, sus bocas caigan al suelo- dije avergonzada,
aunque con cierto sarcasmo.
-No pasa nada cariño, ya te
acostumbraras-dijo rodeándome los hombros con su brazo, mientras nos dirigíamos
a la primera clase de la mañana.
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