-Perdón, no quise asustarte…¿Wade…?-dijo él mientras se
sentaba a mi lado.
-Da igual-digo sin mirarle. Ya que él no me puede ver, no
puede ver que yo sea Kristen.
-¿Cuál es tu nombre preciosa?-dijo intentando mirarme a la
cara.
-No sé por qué me llamas preciosa, si ni siquiera me has
visto. Podría ser un orco o estar desfigurada. Quién sabe.-digo mirando por la
ventana y dándole completamente la espalda a ese "extraño".
-¿Sabes tía? No soy ese típico chico de las películas o de
los libros, que va de malote y simplemente se fija en el exterior, en que la
tía sea guapa y tenga buen culo o buenas tetas, ¿sabes?. Eso es lo que
últimamente aparece en los libros, el chico guapo y cachas, sin cerebro que es
un mujeriego y se folla a todas, y que luego después de tanto jugar con las
tías aparecerá una que jugará con él y le volverá tonto. Tampoco soy de esos que para divertirse corre en carreras ilegales
o hace peleas clandestinas, para creerse el mejor.-dijo alterado, respiro
tranquilo y siguió- ¿Sabes? Cuando he dicho que eras preciosa me refería a como
eras interiormente, pero ya me he dado cuenta de que eres una mierda de
persona.
-Esa es tú opinión hacia mi persona, pero yo no la comparto
contigo en absoluto. Para ti mi nombre es Stephany Wade, ¿vale?-dije al tiempo
que le miraba directamente a los ojos, a esos ojos cafés que no habían cambiado
y seguían mostrando la misma seguridad y picardía que siempre.
Hubo un silencio para nada incomodo, solamente nos mirábamos
a los ojos y lo demás no existía, mi barrera se rompió, se cayeron todos mis
muros. Mis esquemas se hicieron añicos. Todo estaba perdido.
-Señor Pierce y señorita Wade, hagan el favor de prestar un
poco de atención a la pizarra, por favor.-dijo el señor Haddon- Señor Pierce,¿
me haría el favor de salir aquí y realizar este problema?-dijo con una sonrisa burlona,
sabía que no podría resolverlo.
-Claro-dijo muy tímido, levantándose poco a poco de la silla
y arrastrando la mesa hacia delante, haciendo un ruido horrible.
-Si no sabe hacerlo él, saldrá usted, señorita Wade-dijo
sonriéndome, cuando por fin llegó a la pizarra.
Entonces yo invoqué a los dioses o a las estrellas o lo que
sea que haya que nos mueve, para que el supiera hacerlo. Se perfectamente lo
que pasa cuando no sabes hacer algo en la pizarra por que el profesor te haya
llamado la atención varias veces, y me niego a aguantarle en los recreos
explicándome las cosas como si fuera tonta; pero aunque a decir verdad aprobé
ese examen gracias a eso…
Pero él lo supo hacer correctamente, hasta el estúpido de
Haddon se quedó sorprendido por ello.
-Bien, siéntase, no vuelva a distraerse.-dijo serio. Se
notaba que él hubiera preferido que hubiera fallado y así "castigarnos"
a los dos.
Para mi alegría solo quedaban un par de minutos para poder
ir al gimnasio y después a mi preciosa casa.
Cuando tocó para el cambio de clase, fui muy veloz y me
escabullí de la gente, hasta llegar al gimnasio, allí estaba Alicia, esperándome,
me tomo las medidas necesarias y después llamo a la tienda donde los
encargaban.
Alicia, era muy simpática, podríamos llegar a ser muy buenas
amigas, después de despedirnos, yo me encaminé hacia mi hermoso Jace, que me
esperaba justo dónde le dejé esta mañana. Pero justo cuando llegaba, le vi ahí,
apoyado en el capó. Cuando estaba casi al lado tosí varias veces para que me
escuchara perfectamente.
-Bonito coche-dijo con una de esas irresistibles sonrisas
que tanto le caracterizaban.
-Ya, mmm…¿te quitas?-dije fríamente. Él se levanto.
-Kristen… tenemos que hablar- dijo serio.
-Lo siento, te estás confundiendo, yo no soy Kristen, soy
Stephany, ya te lo dije, que pena que no tengas memoria-dije muy cortante,
mientras me disponía a abrir la puerta del coche.
-Te conozco mejor que nadie, a mi no me mientes Kris-gritó,
estaba muy enfadado, yo retrocedí, pero después lo pensé mejor y di un paso al
frente muy decidida, quedando frente a frente con él.
-Yo no tengo nada de qué hablar contigo Dwayne, esa Kris
desapareció, para ti no existo, así que mejor, ves olvidándome. Tú me
abandonaste, me dejaste sola cuando más lo necesitaba, sufrí mucho más por tu
ausencia que por lo que los demás me
hacían. Tú tienes la culpa de todo lo que me ha pasado. ¡TE ODIO!- empecé a
llorar y muy rápidamente, me metí en el coche, para alejarme de él, para
sacarle de mi cabeza, para borrarle de mi corazón…
Comentarios
Publicar un comentario