Ir al contenido principal

LA VENGANZA ESTÁ ECHADA. Capítulo 2.

El día pasaba muy lento, cada pocos minutos miraba el reloj y  las clases se me hacían eternas, los minutos se dejaban caer como de un cuentagotas menos mal que a última no hay profesor y me podré ir antes a mi casa.
-¿Qué tal llevas tu primer día como chica diferente?-dijo Paula mientras me abrazaba por la espalda mientras íbamos por el pasillo.
-Bueno, no está mal, los profesores me miran como si fuera un alíen, y además más de uno me ha estado soltando una charla, de cómo he cambiado físicamente y de que este gran cambio en mi, puede suponer bajar mi media, pero bien.-dije riéndome.
-¿Tienes hambre? Porque yo me muero, mi estómago ruge, literalmente-dijo y comenzó a reírse con esa risa de loca tan contagiosa- He tenido ahora entrenamiento, estamos ensayando mucho, a lo mejor nos presentamos a un "concurso"-dijo Paula mientras nos  encaminamos hacia el comedor, nos quedaban otras tres pesadas horas de clase por delante, para que este  precioso día de instituto acabara.
Cuando llegamos ante la puerta doble de color azul eléctrico que daba al comedor, Paula me miraba mal, yo  no sabía si de verdad quería hacerlo, pero  estaba decidida a que mi plan se cumpliera, nada más importaba más que eso ahora. Fui yo la que entró primero,fui yo la primera en traspasar esas puertas y muchos de los que no me habían visto antes, lo hacían ahora, sus caras eran de sorpresa o de envidia, no sé… Aunque creo que muchos de ellos todavía no me habían reconocido.
Paula fue a saludar a sus amigas las animadoras, la seguí, quería ver la cara de la capitana al verme. Querría disfrutar de la cara de tonta que se le quedaría cuando reconociera a la nueva Kristen.
-Hola Paula cariño, ¿quién es tu amiga? ¿ nos la presentas?- dijo Alicia, es igual que Paula, ambas tienen el mismo carácter. Las dos son muy buenas con la gente, no se parece a estas barbies de bote, salvo si les haces algo a ellas o alguien a quien quieren.
-Qué bonitos tatuajes, yo me quiero hacer alguno, pero no me decido por el qué…-dijo Mara a una de sus perritos falderos, pasó a dirigirse a mi- Hola, me llamo Mara, ¿quieres ser una animadora? La verdad nos haría falta alguien más y tú eres bastante guapa, podrías ser una de las nuestras.- dijo con una sonrisa de estúpida.
-Mara cariño, sabes muy bien que odio lo que hacen las animadoras, es algo sin remedio, que se le va a hacer.-dije guiñándola un ojo, mientras sonreía- creo que ya me conoces de sobra, no hace falta que ahora te hagas la falsa y te presentes, te conozco a la perfección, se lo estúpida y falsa que puedes llegar a ser nena.
Ella se quedó de piedra, incluso parecía que se había puesto nerviosa.
-Paula, ¿Cómo puedes traer a este bicho aquí? ¿Cómo…has…?-se calló , se fijó en que ni mis ojos estaban rojos conteniendo las lágrimas y tampoco estaban dispuestos a ello.
-He venido porque quería verte, Mara querida, no seas tan grosera,¿por qué te dirijes a Paula cuando me tienes a mi delante?¿Es que no te atreves a hablar conmigo?  vengo a verte, a charlar; por los viejos tiempos.-dije sonriendo.
-Es mi amiga Mara y  yo no dejo a las personas de lado por estúpidos caprichos del momento, yo no abandono a una persona por cualquier tontería; y menos si sé que esa persona me necesita-dijo Paula, mirándola con asco.
-Ya hablaremos, Paula.-dijo Mara enfadada.
-¿Entonces es verdad eso de que necesitáis animadoras no?- pregunté dirigiéndome a Alicia.
-Sí, queremos presentarnos a un concurso y necesitamos ser como unas 14 y solo somos 11- respondió algo a penada.
-Bueno chicas, pues yo puedo ayudaros, así ya seréis 12, y puedo buscaros a otras dos chicas,creo que tengo las candidatas perfectas, además a ellas les encantaría ser animadoras.-dije muy segura de mi misma y sonriendo, siempre sonriendo.
-¿Tú? Lo dudo mucho nena-dijo Mara mirándome con asco.-Además has dicho que odias lo que nosotras hacemos-dijo con cierto retintín.
-Mara, cariño,  sabes que amo ayudar a las personas más desfavorecidas, personas desesperadas y  en este caso, seréis vosotras esas personas tan afortunadas a las que pretaré mi ayuda -sonreí maliciosamente.
-¿Quién quiere que…?¿Cómo te llamas cielo?-Preguntó Alicia.
Flashback.
-Hola, soy Kristen, me gustaría poder ser una más de vosotras. Amo lo que hacen las animadoras, sois tan geniales-dije muy ilusionada y nerviosa cuando me presenté por primera vez en el comedor y ante la mesa en la que siempre se sentaban las animadoras.
-¿Chicas?¿Oís eso?¿Es un bicho parlante?-dijo la entonces capitana.
Todas rieron.
-Quita bicho, vete, no vaya a ser que nos contagies algo…-dijo una de las animadoras.
Empecé a llorar, pero no me moví.No me atreví a hacerlo, sabía que todo el mundo nos miraba.
-Hola, chicas ¿qué tal?-se acercó Mara. Ella era muy distinta a mí, ella no llevaba gafas, ni aparato, tampoco iba con  ropa enorme y de color negro , tampoco iba sin maquillar. Ella iba radiante, con un corto vestido rosa con lunares blanco, que se ajustaba perfectamente a su piel y calzaba unos preciosos tacones de color beige.
-Muy bien, ¿tú? - dijo la capitana
-Bien, solo quería saber si podría ser animadora,es que  me encanta todo lo que hacéis, sois las mejores chicas y sería un gran honor poder ser una de vosotras. Es uno de mis sueños.-dijo una Mara muy dulce, mostrando una de sus mejores sonrisas.
-Claro que si preciosa, podrás hacerlo, solo con una condición-dijo sonriendo maliciosamente la capitana.
-¿Cuál?-preguntó Mara intrigada.
-Debes pisotear a ese bicho, para que no vuelva, humíllala, haz que no nos vuelva a mirar-dijo la capitana muy sonriente, mientras me apuntaba.
Y así lo hizo…
Fin del flashback.
-Kristen, soy Kristen- sonreí pícaramente a Paula.
Todas levantaron las manos, excepto Mara y su perrito faldero.
-Mmm… me parece que vuestra amiguita no va a poder entrar en el equipo, chicas-dijo Mara sonriendo triunfalmente.
-Pero solo sois dos las que no tenéis la mano levantada-dijo Paula, y puso un dedo delante de la cara de Mara para que esta se callara- Sí, vale, tu voto vale por dos ¿y? en total son tres votos, ósea que…-dijo Paula
-¡Bienvenida al equipo!-dijeron todas las chicas a coro, mientras que algunas me abrazaban y otras me daban dos besos a modo de presentación.
Prepárate Mara, este es ahora mi momento… me vas a pagar muy caro cada una de tus humillaciones, cada uno de tus insultos. Quien ríe el último, ríe mejor.
Flashback
-Debes pisotear a ese bicho, para que no vuelva, humíllala, haz que no nos vuelva a dirigir la palabra y mucho menor a mirar-dijo la capitana muy sonriente, mientras que me apuntaba con el dedo.  Mara me miraba, ¿se lo estaba pensando? No claro que no, era Mara, ella no pensaba nunca, solo actuaba; sobre todo si estaba en juego algo que ella quería conseguir. Solo pensaría en ella y jamás en mi o en cómo me afectaría eso que estaba a punto de hacer.
-Vamos…-la apremio la estúpida de la capitana en un susurro.
Yo mientras tanto, lloraba sin consuelo alguno. Las lágrimas recorrían mi rostro, me dolía el pecho, tenía un nudo en la garganta. Quería irme, esconderme. Mi cuerpo no reaccionaba a mis órdenes.
Mara cogió mis gafas, me las quitó, intente quitárselas, pero fue en vano.  Todo el mundo nos miraba. Después cogió unos batidos que las animadoras tenían en su mesa  y me los derramó por la cabeza, quedé empapada y pringosa. No sabía qué hacer, no podía moverme, mis piernas no me respondían. Quería huir, pero mis pies no accedían a mis ideas. Me agarró del pelo y me llevó hasta donde había un enorme pastel de nada, por el cumpleaños de uno de los profesores  y mi cabeza acabó allí metida. El comedor estalló en risas. Yo no era capaz de dejar de llorar.Mi respiración aumentaba, aunque respiraba con dificultad; el nudo que se había hecho en mi garganta me ahogaba. No podía respirar.
Me había dado cuenta de lo que era capaz de hacer Mara cuando quiere algo, sin yo importarle nada, sin reparar en las consecuencias, ni en el daño que hacía.
Paula entró en el comedor y me vio, me llevó a un baño y me limpió, después pasamos el resto de la mañana debajo de un árbol, ella intentaba consolarme, pero era algo que no podía hacer, solo yo podría darme ese consuelo. Así fue mi primera vez, cuando llegue a casa, no saludé a nadie.  Me encerré en mi cuarto y cogí una cuchilla del baño que compartía con uno de mis hermanos, por ese entonces.
Toqué mi brazo y después me corté con la cuchilla, era un gran corte, pero no profundo. Ese fue el comienzo de mi fin.
Fin del flashback.
Ante ese recuerdo toqué mi brazo, justo el lugar donde ese corte estuvo, pero ahora está tapado con un tatuaje. Una frase muy reconfortante para mí: "She flies with her own wings" (Ella vuela con sus propias alas).
Después del almuerzo, me tocaba biología, esa asignatura era  uno de mis fuertes, en esta hora no me aburriría.
La hora pasó volando para mi, aunque la señora Katia, se enrolle como las persianas con sus explicaciones, unas explicaciones muy pesadas; y aque al fin y al cabo solo hace que repetir lo mismo una, y otra y otra vez. Aburre a los demás,  pero a mí esas pesadas explicaciones me ayudaban a no tener que estudiar en casa, como dije, biología se me da muy bien, algún día me gustaría poder ser una estupenda veterinaria.
Estaba sentada en una mesa que ocupará Paula, en la siguiente hora, es justo enfrente de la mesa del profesor, yo odio esta asignatura, como por lo tanto, me iré detrás. Al fondo; total el estúpido del profesor me echará.
-Nena, luego tienes que ir al gimnasio, me ha dicho Alicia, que los nuevos uniformes no han llegado todavía y va a tomar tus medidas para después llamar para pedir uno más-dijo Paula nada más llegar un tanto sofocada.
-Hola a ti también, querida y amada amiga-dije riendo.
-¿Sabes? Me has sorprendido, has sido muy valiente y te has mantenido muy entera  haciendo eso en el comedor-dijo sonriendo, pero de repente en su cara apareció un puchero y dijo- No quiero que mi pequeña cambie-entonces se rió al mismo tiempo que yo la abrazaba.
-Buenos días alumnos, ¿cómo llevan la mañana?-dijo entrando el sonriente profesor de física y química.
-Peor ahora que llegas…-dije por lo bajo con tono burlón.
-Te he oído…-dijo el señor Haddon-¿eres nueva…?
-No, Edward, ¿no te acuerdas de mi? Hasta el año pasado era una friki en potencia, llevaba gafas y aparato,vestía de negro y tú me solías echar de tu clase ¿me recuerdas?-dije sonrientemente.
-Kristen, a tu sitio. Ah y por favor, para ti, igual que para todos, señor Haddon-dijo con una falsa sonrisa, como le odio, pensé..
Habían transcurrido unos minutos de la clase, cuando escuche que la puerta que había justo detrás de mi se abría y cerraba. No me enteré muy bien de lo que pasó, yo estaba bastante absorta en mi dibujo, por si no lo sabéis, también  amo dibujar, no soy muy buena en ello, pero dibujar me relaja.
Justo cuando estoy terminando mi precioso dibujo, de los arboles que veo desde la ventana, alguien me toca el brazo, ¿mi reacción? gritar "¡ay!".  El señor Haddon dejó de explicar y me miró.
-¿Pasa algo señorita…Wade?-dijo enfadado.
-No, no, siga la clase por favor, es muy interesante- me sonrió y se giró para seguir explicando, entonces Paula se giró en la silla y empezó a  señalarme con el dedo y a reírse de mi tonta respuesta.
Yo me giré a la derecha para saber quién había tocado mi brazo de esa forma, entonces deseé no haberlo hecho…
Me di cuenta de que ese chico, nuevo, ese extraño a lo mejor para los demás, para mí no lo era.
Él no debería de estar aquí…


Comentarios

Entradas populares de este blog

Las cosas que nunca te dije.

Hoy vengo a decirte aquellas cosas que nunca te dije, tal vez no lo hice por miedo o tal vez por vergüenza, quien sabe. Hay tantas cosas que no llegamos a hacer. Tal vez debería haberte dicho más veces que te apoyaba en esas decisiones tan locas y repentinas que tomabas sin ton ni son y que al rato volvías a cambiar de opinión. Tal vez debería haberte dicho que te quería, o que te quiero, que tuvieses más cuidado con lo que hacías, porque en algún momento la cosa acabaría mal. Debería de haber dejado que te fueras a la primera de cambio, debería haberme ido cuando todo comenzó a hundirse. Tal vez debería haberte dicho que tenía una fe ciega en ti, puede que no te hubieras dado cuenta, porque tú eres tan tuyo que no prestas atención al resto, que no te fijas en los pequeños detalles que se convierten en únicos. Tal vez debería haberte dicho que no te quería para que te fueras. Debería haberte dicho que odiaba esas manías tuyas, esos chistes sin sentido y que nunca venían a cuento.

El contexto.

Y  a veces no nos enamoramos de una persona en sí; si no de un contexto, de las circunstancias. De que esa persona aparezca justo en el momento en el que debemos ser salvados. Justo cuando estamos al borde del precipicio, con un pie fuera y otro dentro, a punto de caer al vacío, de perderte. Entonces esa persona llega a tu vida, con una simple sonrisa y te hace pensarte mejor las cosas. Hace todo lo que esté en su mano para poder ayudarte, para que seas tú realmente, porque esa persona quiere conocerte en todas las situaciones de tu vida, de tu día a día: feliz, riendo, bailando cuando crees que nadie te ve, cantando como una loca, tu cara cuando te da besos en el cuello, tu cara de tonta al mirarle, tu risa de niña pequeña cuando te hace cosquillas, como te maquillas (aunque te diga que estás mejor sin maquillaje), lo tranquila que estas mientras duermes y lo mala cuando te enfadas, como te pasas media hora en la ducha bajo el grifo con los ojos cerrados pensando en tus cosas, lo fea