Corazones rotos. Almas echas añicos. Sueños pisoteados. Y esperanzas destruidas. Eso es lo que suele pasar, pero no vengo a hablaros de esos corazones rotos, de los que sufren por una pérdida irrevocable, esos que lloran desconsolados desde el último "adiós", esos que viven atormentados reviviendo un pasado que no tiene futuro. No. No vengo a hablaros de ese tipo de corazones rotos, si no de los otros. Esos que están en reformas, esos que intentan arreglarse o esos que ya se han intentado exteriormente pero interiormente siguen destruidos... Vengo a hablaros de esos valientes corazones rotos que intentan seguir con su vida, que intentan salir adelante.
¿Sabéis? Mi corazón es uno de esos valientes que luchan para seguir su vida y sé que muchos también tenéis un corazón así, aunque creáis que ya lo tenéis reconstruido, no es así, en el fondo sigue habiendo unos fragmentos sueltos que todavía no han sido colocados como si de un puzzle se tratara. Aunque ya hayáis encontrado a alguien que os haya arreglado gran parte de ese corazón, todavía está roto. Yo creo que los corazones rotos parecen los más frágiles, pero en realidad son los más resistentes, ya que están rotos y nada, ni nadie podrá destrozarlos más de lo que ya están. También creo que los corazones rotos, a veces son los que antes se enamoran, puede que porque eso les ayude a arreglarse, pero también puede que sea porque los corazones rotos se comprenden entre sí. Puede que sepan como se siente ese quemazón que se instala en su lugar. Puede que sepan que esas heridas no se curan fácilmente. Puede que sepan como querer a alguien sin dañar; como cuidar a alguien que tiene el corazón roto.
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