Dicen que la vida hay que vivirla intensamente, como si no
hubiera un mañana, solo pensando en el presente, que cometas locuras y te
arrepientas, que llores por el error cometido y vuelvas a la carga. Sí, yo
también creo que hay que vivir intensamente, pero no por ello debes gastar
todos tus cartuchos a la vez.
Todos son felices, eso es lo que muestran en sus fotos,
felicidad. Debo decir que yo no me incluyo entre esas personas.
Yo me considero diferente, pero no especial.
El mundo es un lugar que queremos cambiar a mejor, pero por
ahora, vamos de mal en peor.
Esta soy yo, Odet, pero mis buenos amigos, los de verdad,
los que están ahí siempre que los necesitas, son dos; a los demás suelo llamarles
"amigos", pero solo por "cumplir". Como os decía, tengo
solamente dos amigos, Colin y Ethan y sí ambos son tíos, hay ciertas personas
que no ven bien que una chica, tenga como mejor amigo a un chico, en este caso,
yo tengo dos.
Y os preguntaréis, ¿Odet? ¿Cómo la "Princesa
Cisne"? Pues sí; por desgracia tengo una hermana mayor y da la casualidad
que esa era su princesa favorita , mi madre estaba encantada con ese nombre.
-Patitoooo.-dijo
alargando la "o", cuando se acercaba a mí.
-Hola idiota.-dije mientras daba un fuerte abrazo a Ethan.
Me llama Patito, porque dice que todavía no me he convertido en un cisne.
-¿Qué clase te toca ahora?-preguntó.
-A mi matemáticas-dije poniendo cara de asco- ¿y a ti?
-Biología, voy a clase, llegaré tarde-dijo dándose media
vuelta y subiendo la escalera. Y ese era Ethan, tan puntual como siempre, tan
perfeccionista.
Cuando por fin sonó el timbre, al cabo de cinco minutos,
después de que se fuera; me dirigí a mi querida clase: matemáticas. No es que
tenga asco yo a la asignatura, me lo tiene ella a mí, ya que me cuesta mucho
que algo me salga bien, sobre todo los problemas, tengo ya bastante con los
míos, como para ocuparme; de cuántos coches compra Pepe, de las dimensiones del
jardín de Pedrito o cuánto cobra Juanita.
Mi vida es sencilla y aburrida, no tiene más, la rutina la
llena toda. Vivo en una pequeña ciudad, una ciudad dónde todo el mundo sabe
quién es quién y no puedes hacer gran cosa, por miedo a que te juzguen, eso fue
lo que mi madre me repitió tantas veces cuando yo quería hacer cosas fuera de
lo normal.
Mis padres se separaron cuando yo tenía unos seis años, ya
no les recuerdo juntos. Paso la semana con mi madre, pero cada tres fines de
semana, tengo que quedarme en casa de mi padre, que por cierto, en estos once
años que llevan separados, ya he tenido unas cinco madrastras, pero no suelen
durar mucho, de eso me encargo yo.
Como dije antes, me considero diferente, pero no especial;
ya que a diferencia de las demás, altas, con cuerpazos de gimnasio, pelo largo…
yo soy bajita, tengo el pelo a media melena, no estoy delgada, pero tengo
algunas curvas.
Esta es la última hora, literatura, mala hora para ser
última. Cuando por fin la tortura terminó, pude irme a mi casa, no estaba muy
lejos, unos veinte minutos andando, me encanta ponerme los cascos con mi música
favorita. Ethan siempre viene conmigo, vive a dos casas de la mía, somos
vecinos, vivimos en un barrio residencial, donde la mayoría de las casas está
formada por familias con niños pequeños. Las mismas casas, la misma monotonía.
Comentarios
Publicar un comentario