La conciencia, es eso que aparece en el mejor momento para
intentar arruinarlo. Es eso que intenta destrozarte y hacerte añicos cuando
realmente estas bien y eres feliz. Eso es la conciencia. Pero, ¿es solo eso? ¿O
también somos nosotros los que tratamos de dañarnos?
Yo creo que son ambas cosas, porque muchas veces aunque sea
de forma inconsciente somos nosotros mismos los que nos atormentamos con
recuerdos de un pasado que no tienen futuro y que te hacen daño, recuerdos que
te gustaría olvidar, momentos que no querrías nunca haber vivido. Son los
terribles aliados de tu conciencia, que aparecen cuando menos te lo esperas
para romperte. Pero solo depende de ti cómo reaccionar ante ellos, depende de
ti mostrarte frágil y accesible a ellos para que te hagan daño o mostrarte
duro, valiente y entero cuando aparecen y sentir como tu cuerpo ya no tiembla,
como las lágrimas no aparecen en tus ojos, como tus manos ya no se tensan, ni
aparecen mariposas en tu estómago, ni los nervios se apoderan de tu persona…
Todos tenemos conciencia, todos tenemos recuerdos; algunos
malos y otros buenos. Estarán acechándote para dañarte, pero solo dependerá de
ti darles el poder de destruirte. Sí, la conciencia es una terrible maldición,
pero solo dependerá de ti saber escapar de ella. Solo depende de ti darle el poder para atormentarte a las tres de la mañana, haciéndote pensar sobre si lo que hiciste en algún momento estaba bien o mal.
La conciencia es fuerte, muy fuerte; incluso será capaz de destruirte, o hacer que tu mismo lo hagas.
Comentarios
Publicar un comentario