Todo en mi es ruido. Todo. Al mirar a mi alrededor todo está
vacío aunque lleno de ruido. Un ruido insoportable se apodera de mi, de mi alma
rota. Alma hecha añicos, fragmentos pequeños, cada vez más. Este ruido les
mueve, les hace crujir, más y más en mi interior. Una vez tras otra.
Y otra.
Me destroza.
El ruido sin más se apodera de mi vida y me rompe, me hace
daño cada vez más, de tal forma que acabo yo mismo hecho añicos.
Soy una pieza más en
el mundo sin pareja alguna, sin nada, ni nadie con quien encajar. Soy ese puzle
incompleto, al que crees desahuciado por que le falta la última pieza para que
al fin esté completo. Pero la verdad es que siempre seré ese puzle desahuciado
porque no hay pieza perdida, porque no tengo nadie que me complemente. Nadie.
Mi vida es simple ruido, es un ruido constante, incesante. Y
desespera. Es un ruido tan alto y tan fuerte que te deja sordo. Más que nada
porque no hay ruido. En mi vida no hay ruido, no hay actividad; es todo
silencio. Un silencio doloroso. Un silencio que mata, porque nada en mi vida
tiene sentido ya, porque todo está roto, ya nada vale la pena. Todo es
silencio, ni un simple murmullo de fondo, nada.
Nada.
En mi vida no hay nada, solo silencio.
Silencio sin más.
Comentarios
Publicar un comentario