Ir al contenido principal

La curiosidad mató al gato 2.0

"Son muchas las veces en las que la curiosidad puede con nosotros y queremos saber y averiguar algo que después nos pasará factura , es decir, que nos hacen daño.

Pero la gran pregunta es: ¿realmente queremos saber eso? Creo que son muchas las veces que no queremos saber ese secreto que nos ocultan, pero pensar que alguien sabe algo que tu no, hace que esa curiosidad tuya aparezca y quieras saber todos y cada uno de esos secretos que tú no sabes, secretos que tu mente imagina a cada momento, secretos que tal vez no tengan nada que ver con los que tu mente crea.

Esos secretos pueden hacerte daño, aunque hay veces que esos secretos no son malos, si no simples sorpresas o puede que no sean terriblemente malos o crueles, si no que esa persona no quiere contarlos por simple miedo o vergüenza por tu posible reacción.
Una cosa queda clara, la curiosidad muchas veces nos pica y algunas de esas veces también nos mata."

Somos estúpidos mis perdidos lectores, sin remedio alguno, y yo la primera. No puedo con la idea de que me estén ocultando algo, no puedo con que me digan tengo una sorpresa para ti o tengo algo que contarte, no, no puedo. Es algo que me come, porque puedo llegar a tener mucha curiosidad por algo que posiblemente algunas veces me haga daño, otras puede llegar a alegrarme, ¿como no? Pero ya sea bueno o malo, no puedo con la curiosidad porque es muy traicionera conmigo y muchas veces me deja k.o.
Si os soy sincera es uno de mis mayores defectos, intentar no indagar sobre eso que me están ocultando me cuesta muchísimo y hay veces en las que ponerme tan pensada intentando sonsacar información sobre eso que no me quieren contar, me ha llevado a más de una discusión pues acabo siempre rompiendo las sorpresas.
¿Y tú? ¿También la has liado alguna vez por tu curiosidad?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las cosas que nunca te dije.

Hoy vengo a decirte aquellas cosas que nunca te dije, tal vez no lo hice por miedo o tal vez por vergüenza, quien sabe. Hay tantas cosas que no llegamos a hacer. Tal vez debería haberte dicho más veces que te apoyaba en esas decisiones tan locas y repentinas que tomabas sin ton ni son y que al rato volvías a cambiar de opinión. Tal vez debería haberte dicho que te quería, o que te quiero, que tuvieses más cuidado con lo que hacías, porque en algún momento la cosa acabaría mal. Debería de haber dejado que te fueras a la primera de cambio, debería haberme ido cuando todo comenzó a hundirse. Tal vez debería haberte dicho que tenía una fe ciega en ti, puede que no te hubieras dado cuenta, porque tú eres tan tuyo que no prestas atención al resto, que no te fijas en los pequeños detalles que se convierten en únicos. Tal vez debería haberte dicho que no te quería para que te fueras. Debería haberte dicho que odiaba esas manías tuyas, esos chistes sin sentido y que nunca venían a cuento.

El contexto.

Y  a veces no nos enamoramos de una persona en sí; si no de un contexto, de las circunstancias. De que esa persona aparezca justo en el momento en el que debemos ser salvados. Justo cuando estamos al borde del precipicio, con un pie fuera y otro dentro, a punto de caer al vacío, de perderte. Entonces esa persona llega a tu vida, con una simple sonrisa y te hace pensarte mejor las cosas. Hace todo lo que esté en su mano para poder ayudarte, para que seas tú realmente, porque esa persona quiere conocerte en todas las situaciones de tu vida, de tu día a día: feliz, riendo, bailando cuando crees que nadie te ve, cantando como una loca, tu cara cuando te da besos en el cuello, tu cara de tonta al mirarle, tu risa de niña pequeña cuando te hace cosquillas, como te maquillas (aunque te diga que estás mejor sin maquillaje), lo tranquila que estas mientras duermes y lo mala cuando te enfadas, como te pasas media hora en la ducha bajo el grifo con los ojos cerrados pensando en tus cosas, lo fea

LA VENGANZA ESTÁ ECHADA. Capítulo 2.

El día pasaba muy lento, cada pocos minutos miraba el reloj y  las clases se me hacían eternas, los minutos se dejaban caer como de un cuentagotas menos mal que a última no hay profesor y me podré ir antes a mi casa. -¿Qué tal llevas tu primer día como chica diferente?-dijo Paula mientras me abrazaba por la espalda mientras íbamos por el pasillo. -Bueno, no está mal, los profesores me miran como si fuera un alíen, y además más de uno me ha estado soltando una charla, de cómo he cambiado físicamente y de que este gran cambio en mi, puede suponer bajar mi media, pero bien.-dije riéndome. -¿Tienes hambre? Porque yo me muero, mi estómago ruge, literalmente-dijo y comenzó a reírse con esa risa de loca tan contagiosa- He tenido ahora entrenamiento, estamos ensayando mucho, a lo mejor nos presentamos a un "concurso"-dijo Paula mientras nos  encaminamos hacia el comedor, nos quedaban otras tres pesadas horas de clase por delante, para que este  precioso día de instituto acaba