Ir al contenido principal

Tengo algo que contarte.

Tengo algo que contarte, algo que posiblemente ya te haya dicho muchas veces, algo que probablemente después de tantas mentiras ya no te creas.
Pero ya puedo decirte que estoy bien y esta vez de verdad, completamente en serio. Llega un punto en el que te das cuenta de que  lo que pasa no es tan malo, son simples lecciones por las que cada persona debe pasar, tarde o temprano. Es entonces cuando comprendes que la vida con simples rachas, ya sean buenas o malas, que la vida se compone de buenos y malos momentos; tal vez los malos a veces llegan a ser muy malos y los buenos pueden ser excelentes, pero nada de eso es eterno porque todo cambia y pasa en una milésima de segundo aunque no nos demos cuenta de ello.
He reconocido gente que ya conocía y he llegado a desconocer a otros, pues me di cuenta de que no tienen nada bueno que aportarme; mientras que yo alejaba a otras personas de mi vida sin darme cuenta de que tienen muchas cosas que enseñarme.
Si os soy sincera, creo que las personas tienen más de una vida, pero no me refiero con esto a que se reencarnen y esas cosas, no. Me refiero a que todos y cada uno de nosotros vivimos como mejor podemos hasta que nos damos cuenta de que somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de decidir que es lo que debe pasar en cada momento en nuestra vida, hasta que nos damos cuenta de que la vida es una sola y que pasa volando, puede que muchas personas lleguen a darse cuenta demasiado tarde para eso, pero nunca es tarde para cambiar.
Debo de admitir que he comenzado a vivir una vida nueva, en la que el centro soy yo y soy yo misma la que decide hasta donde y de que forma quiere llegar.
Y es que tengo algo que contarte: me he dado cuenta de que vuelvo a ser feliz, pero esta vez en serio y esta vez por mi.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las cosas que nunca te dije.

Hoy vengo a decirte aquellas cosas que nunca te dije, tal vez no lo hice por miedo o tal vez por vergüenza, quien sabe. Hay tantas cosas que no llegamos a hacer. Tal vez debería haberte dicho más veces que te apoyaba en esas decisiones tan locas y repentinas que tomabas sin ton ni son y que al rato volvías a cambiar de opinión. Tal vez debería haberte dicho que te quería, o que te quiero, que tuvieses más cuidado con lo que hacías, porque en algún momento la cosa acabaría mal. Debería de haber dejado que te fueras a la primera de cambio, debería haberme ido cuando todo comenzó a hundirse. Tal vez debería haberte dicho que tenía una fe ciega en ti, puede que no te hubieras dado cuenta, porque tú eres tan tuyo que no prestas atención al resto, que no te fijas en los pequeños detalles que se convierten en únicos. Tal vez debería haberte dicho que no te quería para que te fueras. Debería haberte dicho que odiaba esas manías tuyas, esos chistes sin sentido y que nunca venían a cuento.

El contexto.

Y  a veces no nos enamoramos de una persona en sí; si no de un contexto, de las circunstancias. De que esa persona aparezca justo en el momento en el que debemos ser salvados. Justo cuando estamos al borde del precipicio, con un pie fuera y otro dentro, a punto de caer al vacío, de perderte. Entonces esa persona llega a tu vida, con una simple sonrisa y te hace pensarte mejor las cosas. Hace todo lo que esté en su mano para poder ayudarte, para que seas tú realmente, porque esa persona quiere conocerte en todas las situaciones de tu vida, de tu día a día: feliz, riendo, bailando cuando crees que nadie te ve, cantando como una loca, tu cara cuando te da besos en el cuello, tu cara de tonta al mirarle, tu risa de niña pequeña cuando te hace cosquillas, como te maquillas (aunque te diga que estás mejor sin maquillaje), lo tranquila que estas mientras duermes y lo mala cuando te enfadas, como te pasas media hora en la ducha bajo el grifo con los ojos cerrados pensando en tus cosas, lo fea

LA VENGANZA ESTÁ ECHADA. Capítulo 2.

El día pasaba muy lento, cada pocos minutos miraba el reloj y  las clases se me hacían eternas, los minutos se dejaban caer como de un cuentagotas menos mal que a última no hay profesor y me podré ir antes a mi casa. -¿Qué tal llevas tu primer día como chica diferente?-dijo Paula mientras me abrazaba por la espalda mientras íbamos por el pasillo. -Bueno, no está mal, los profesores me miran como si fuera un alíen, y además más de uno me ha estado soltando una charla, de cómo he cambiado físicamente y de que este gran cambio en mi, puede suponer bajar mi media, pero bien.-dije riéndome. -¿Tienes hambre? Porque yo me muero, mi estómago ruge, literalmente-dijo y comenzó a reírse con esa risa de loca tan contagiosa- He tenido ahora entrenamiento, estamos ensayando mucho, a lo mejor nos presentamos a un "concurso"-dijo Paula mientras nos  encaminamos hacia el comedor, nos quedaban otras tres pesadas horas de clase por delante, para que este  precioso día de instituto acaba